Por Pedro Jorge Solans
Las muertes de los aborígenes Qom, Roberto López y Sixto Gómez y la treintena de heridos que dejó días pasado la emboscada policial a la Comunidad Qom en el Paraje Primavera, en Formosa, fortalece penosamente la realidad que la represión a los pueblos originarios no cesa a orillas del río Bermejo, y de la memoria histórica se eyecta la masacre de Rincón Bomba y tantos otros episodios. Pero a esta represión se le sumó un aditamento más. Si el chumbo que mató al militante del P.O. golpeó duro a Néstor Kirchner, estas muertes tobas lo hubiese noqueado. Por ello, este informe pretende ir al fondo de la matriz de lo sucedido en la provincia que de menemista pasó a duhaldista y terminó kirchnerista sin cambiar nada, ni ponerse colorada.
¿Cuánto tiempo pasó de la matanza de Rincón Bomba? Tan sólo 58 años ¿Qué cambió? Nada. Los que hoy volvieron a cometer crímenes de “lesa humanidad” no aprendieron nada de lo ocurrido en 1947, cerca de la ciudad de Las Lomitas, donde mataron argentinos de etnia Pilagá. ¿Qué informan al Gobierno Nacional que alza la bandera de no reprimir?¿Les dirán qué es fácil matar a un aborigen en Formosa?¿Les dirán que no tiene importancia, que vale la pena adueñarse de las tierras? ¿O demostrarán que mastican las leyes como si fueran gomas de mascar en la Argentina del Bicentenario? ¿Qué sucede en esa franja de vida entre los ríos Bermejo y Pilcomayo?
Según el coordinador del Centro de Estudios Sociales Nelson Mandela, Rolando Núñez, desde el 10 de diciembre de 1983, Formosa está gobernada por tres personas. Floro Bogado, Vicente Puga y el actual gobernador Gildo Insfrán. En ese marco entre los tres fueron resolviendo la vida de los formoseños o tomando las grandes decisiones políticas de la provincia, desde los escenarios que le tocaban a cada uno en cada momento. De esa forma construyeron la estructura política más sólida de la frontera más importante con Paraguay. Esa construcción política fue sólida, compacta hasta que se produjo una fractura tan fuerte como los lazos que lo unían entre Gildo Insfrán y Vicente Puga, y Bogado tomó partido por Insfrán. En ese marco, la concentración de las decisiones evolucionó a tal punto que desde hace bastante tiempo Gildo Insfrán significa la suma del poder público. No existe la división de poderes.
El poder judicial es absolutamente adicto y está atado a las decisiones de los intereses políticos del Gobernador. Los cinco miembros del Tribunal Superior de Justicia son absolutamente dependientes de la Casa de Gobierno, lo mismo ocurre con el Procurador General del STJ. La bancada justicialista del Poder legislativo formoseño es mayoría y funciona como apéndice directo de Insfrán que logró la posibilidad de ser reelegido indefinidamente. La mayoría de los intendentes formoseños son de Insfrán. De modo que la construcción del poder es absolutamente hegemónica porque además los dos Jueces Federales que tiene la provincia son hombres directos del régimen del gobernador. Por su parte, el líder del Movimiento de Organizaciones Sociales, (MOS), el sacerdote Francisco Nazar Anchorena, parafraseó al escritor uruguayo Eduardo Galeano para definir la situación formoseña. Dijo: “Vivimos una democradura con un gobernador que mantiene un pensamiento colonialista.” Precisamente, la aparición en escena de Nazar como un nuevo referente provocó un sismo social, y se fue perfilando una posible opción de cambio. Años atrás comenzó un proceso que podría sintetizarse como la voluntad de sectores sociales y políticos de lograr un cambio en el proceso de democratización. Algo que está aún pendiente todavía en Formosa. Es decir, el pensamiento de quienes decidieron la matanza de Rincón Bomba hoy está vigente y gobierna Formosa.
Francisco Nazar.
“El incipiente liderazgo de Nazar generó enseguida una reacción en el entorno del Poder que fue materializándose mientras el cura se erigía como la figura que sintetiza la resistencia al régimen de Gildo Insfrán. Ese lugar también se lo adjudicó la opinión pública generalizada; y en ese contexto, varios sectores inorgánicos y organizaciones presionaron para que Nazar se volcase a la política”; señaló Nuñez.
“Fue en una reunión multitudinaria que se llevó a cabo en el Obispado formoseño cuando Nazar se comprometió a pensarlo, aunque expresó en ese momento que su tarea sacerdotal era lo más importante. Que no desconocía la realidad y no evadía la responsabilidad que tenía frente a la comunidad formoseña. Con él apareció la sensación de que se podía cambiar la realidad con participación. Aglutinando las voluntades, las energías y los esfuerzos en torno a la figura del cura; recordó el coordinador del Centro Mandela.
Esa visión tomó fuerza y se expandió desde Las Lomitas, pasando por Potrillo que es una de las localidades más pobres, ubicada en el límite con Salta; hasta en Formosa Capital donde se sabe perfectamente que Francisco Nazar es el peligro más serio que tiene el régimen autoritario, autocrático y antidemocrático de Gildo Insfrán.
Nazar no tiene reparos en decir que no hay democracia en Formosa, y se remite a imágenes del libro “Yo, el Supremo” del escritor paraguayo Augusto Roa Bastos para ilustrar la conducta de Insfrán. “Son gobiernos que tienen una clase de mensaje para congraciarse con el Gobierno Nacional pero piensan como colonialistas. Son discriminadores, racistas y desprecian a los aborígenes. Siempre está en juego las tierras y los recursos naturales. Por lo tanto es necesario instalar un proceso de cambio que significa participar en las elecciones.”
Nazar se opone a una hipotética intervención porque afirma, “los formoseños tenemos que resolver este problema. Tenemos el año que viene las elecciones y tenemos de aquí en adelante para debatir social y políticamente todos los cambios que hay que instalar.” Además piensa que las intervenciones tampoco mejoran las situaciones institucionales.
En ese marco, y con Nazar en escena, la relación del Gobierno de Gildo Insfrán con las comunidades aborígenes fue desmejorando. Nazar implementó una tarea pastoral indígena que fue formidable. Incluyó en el trabajo con las comunidades a las monjas, fundamentalmente a las que están en la región que va desde El Pozo del Tigre hasta el límite con Salta a lo largo de la orilla del río Bermejo. El trabajo social que realizan es muy fuerte, de aglutinamiento con conciencia con respeto por la diversidad y no de amontonamiento. Las monjas coinciden también con la idea de la necesidad de una opción de cambio para la provincia, quizás sin decir en qué partido político o qué estructura electoral porque no tienen experiencia en ese terreno.
La Primavera
En ese contexto de desmejoramiento de las relaciones entre el Gobierno de la Provincia y las comunidades indígenas a lo largo de todo el territorio formoseño aparece nítidamente la situación de las Comunidades Qom de La Primavera. El paraje está ubicado a 20 kilómetros de la localidad Laguna Blanca, donde nació y fue intendente Gildo Insfrán, comenzando así su carrera política.
Las propiedades comunitarias de los Qom alcanzan unas 6.500 hectáreas aproximadamente y el gobierno provincial decidió con el pretexto de una extensión universitaria crear un instituto de investigación científica vinculada con las entidades del agro, y pretende ocupar un poco más de 600 hectáreas pertenecientes a los Qom. En asamblea indígena resolvieron oponerse a la decisión del Gobierno y el Gobierno sostiene que tenía la autorización de algunos dirigentes indígenas. En otra asamblea nuevamente los aborígenes ratificaron que no estaban de acuerdo y que iban a proteger y defender la integralidad de la propiedad comunitaria de La Primavera.
La decisión de los Qom contó con el respaldo del Equipo Nacional de Pastoral Aborigen (Endepa), y obviamente, del Francisco Nazar que tiene una relación muy estrecha con Félix Díaz que es el dirigente indígena más destacado de La Primavera. Díaz fue calificado por Nazar como un profeta. Es un dirigente muy bien formado, con muchas convicciones, muy democrático, que funciona bajo un régimen permanente asambleario de consulta y de toma de decisiones políticas.
Los Qom no fueron escuchados en ese trance de defender la integridad de la propiedad comunitaria, tampoco fueron atendidos, ni siquiera fueron recibidos, y la situación inevitablemente terminó en el corte de la ruta nacional 96. Pero el corte por demanda de diálogo se hizo con las características de los cortes de ruta que hacen las comunidades indígenas; es decir son elásticos, permiten el paso cada tanto tiempo y tratándose de personas enfermas o con urgencias pasan. El corte duró casi cuatro meses y medio que está ese corte y antes de la emboscada, soportó hostigamiento policial, a través de efectivos uniformados y no uniformados, y presiones de toda índole, como que el Gobierno prohibió a los pequeños almaceneros de la zona del corte que vendieran mercadería y que no proveyeran agua a los manifestantes. La medida de fuerza comenzó en agosto cuando el calor empieza a apretar y en un lugar sin agua.
Los aborígenes se resguardaban en pequeños ranchitos con elementos que encontraban a orillas de la ruta y mientras tanto iban rotando porque La Primavera está a dos kilómetros del lugar del corte. El martes, antes que se produjese el hecho tan grave que terminó en la muerte de un policía y de un aborigen, aunque los aborígenes afirman que los aborígenes muertos son dos, el segundo por una situación de salud directamente vinculada con el enfrentamiento, los medios de prensa planteaban, algunos en forma directa, otros solapadamente, que se acababa la paciencia del Gobierno con respecto al corte, y que o se levantaba o serían desalojados por orden judicial.
En tanto, y ante tanta presión, la Comunidad de La Primavera interpuso una acción de amparo y logró una medida cautelar con el asesoramiento del Defensor Oficial Federal de Resistencia, Chaco, que debió actuar porque se excusó el de Formosa, y obligó al Gobierno formoseño de abstenerse de cualquier medida o cualquier tipo de hostigamiento. Naturalmente esas medidas judiciales no se acatan en Formosa, y menos en la esfera del todopoderoso Insfrán. El lunes, un día antes del sangriento hecho, se presagiaba lo que iba a suceder al día siguiente. El martes a la mañana se conoció una denuncia realizada por la familia Celia que tiene su campo colindante con la propiedad de los Qom. Los Celia denunciaron un corte de alambres perimetrales y una supuesta usurpación de su propiedad. A raíz de esa denuncia llegó una comisión policial integrada entre quince y veinte efectivos con algunos integrantes de la familia denunciante y hacen disparos intimidatorios al aire, y la versión oficial, agregó la presencia de un fiscal adjunto, que los Qom niegan. Al respecto, el dirigente Félix Díaz señaló que los policías y los Celia llegaron solos. Esto ocurrió durante la mañana del martes y cuando vieron que el amedrentamiento no dio resultado y la resistencia pacífica siguió sólida los policías se retiraron.
Por la tarde, llegó un centenar de policías pertrechados con todos los elementos para situaciones de conflictos en espacios públicos, y pasaron literalmente por arriba a toda la Comunidad asentada en la ruta. El aborigen Roberto López cayó muerto por un disparo en la espalda y hubo más de treinta integrantes de la Comunidad golpeados y heridos. En tanto, La muerte del policía, que todavía no se sabe quien lo mató. Su cuerpo presenta impactos de proyectiles de calibres de armas que usa la fuerza policial. Mientras tanto, hay un expediente abierto en el Juzgado de Instrucción de la ciudad de Clorinda que es competente para intervenir en las cuestiones que pasaron en La Primavera, en donde una policía, que estuvo en el operativo de la tarde denunció haber sido abusada por aborígenes. La policía señaló que fue manoseada y que se intentó abusar de ella.
Cuando los hechos fueron repudiados en todo el país y los abogados del Centro Mandela tomaron la defensa de los Qom, el Gobierno armó una estrategia de defensa y en ese contexto el sábado 4 de diciembre pasado otra Comisión policial llegó a La Primavera generando pánico. Los policías quemaron todo el escenario de los crímenes.
La situación post desalojo
El abogado Eduardo Davis del Centro Mandela empezó a organizar la defensa de las víctimas y anticipó que hay suficientes motivos para recusar al Juez de Instrucción que está interviniendo, y eventualmente, plantear la competencia federal o la incompetencia del Juzgado de Instrucción de Clorinda.
La intervención del Juzgado de Clorinda genera la siguiente reflexión: Que ese juzgado es dependiente de Gildo Insfrán, que ese juez va a orientar la investigación que se ha iniciado para deslindar cualquier tipo responsabilidad institucional y política del Poder Ejecutivo. Tratará de deslindar cualquier tipo responsabilidad del Juez que intervino en el desalojo y tratar de quitar toda la responsabilidad al personal y atribuir toda la responsabilidad a los aborígenes de la
Comunidad.
En ese contexto, Núñez dijo; “sabemos por fuentes serias que la estrategia del Gobierno, es minimizar los hechos que ocurrieron a través de los juicios que están en marcha en este momento. Tratará de estigmatizar las conductas de los integrantes de las Comunidades. Los acusarán de usurpadores, de violentos, que mataron a un policía, que trataron de abusar a una policía, intentarán presentarlos como inadaptados. El esquema de defensa del Gobierno para salir de esta situación compleja sería que había una orden judicial legal para sacarlos del lugar que estaban ocupando.”
Por su parte, Insfrán hizo una ronda de consultas donde afirma que hubo una orden judicial para producir un desalojo de indígenas que estaban usurpando campos ajenos. Pero, simultáneamente a las afirmaciones del Gobernador, se plantea la posibilidad que la orden judicial no haya existido en el momento en que la policía estaba actuando. En cualquiera de las dos hipótesis, Insfrán estaría planteando que no tiene nada que ver con el tema y que fue un funcionamiento equivocado de la Justicia Penal de Clorinda y que los episodios fueron lamentablemente resultados de la intransigencia de las comunidades indígenas que se sumó al error operativo de la policía. Insfrán opinó ante sus asesores que los hechos fueron tan penosos que sólo le resta de armarse de paciencia para que la opinión pública entienda que no tuvo nada que ver con la represión y que hay que reconstruir la paz social de la mano del Gobierno de Formosa.
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