lunes, 8 de marzo de 2010

La historia de una toba que lucha sin pausa por su pueblo


Amanda Asijak defiende a una comunidad formoseña amenazada por la expropiación de tierras; relató el olvido que pesa sobre su gente, en medio de la falta de agua potable y atención médica; "Queremos que nos devuelvan nuestra libertad", afirmó al ser consultada por lanacion.com en el Día de la Mujer


Su voz pausada no revela de antemano la extensa lucha que encabeza en defensa de los aborígenes, prácticamente desde su nacimiento. Pero la fuerza de su relato y las descripciones que intercala al compartir sus vivencias con este medio confirman que Amanda Asijak representa un ejemplo de perseverancia y valentía.

Como parte de la herencia familiar, esta mujer de 44 años y oriunda de la comunidad qom Navogoh (La Primavera), ubicada a 160 kilómetros de la capital provincial, pelea, junto a un grupo de mujeres, por la vida de un pueblo que hoy, además de carecer de agua potable, luz eléctrica y atención médica, siente el temor de perderlo todo frente a la ocupación de terrenos que reconoce como propios.

"Necesitamos que alguien nos ayude. Nosotros tenemos derecho de hablar, contar y escuchar", reclama angustiada en diálogo con lanacion.com en el marco de la visita que realizó el último mes a Buenos Aires para reunirse con representantes del Inadi y la Defensoría General de La Nación. "Estoy llevando la voz de mis hermanos para que nos devuelvan nuestra tierra. No podemos vivir sin el monte ni sin el agua. Así no estamos tranquilos", subraya.

La amenaza de la expropiación de tierras indígenas se volvió efectiva cuando la Universidad de Formosa comenzó en 2007 a construir un instituto sobre zonas que la comunidad utiliza para la pesca y la recolección de leña y materia prima de sus artesanías y ranchos, pese a estar en vigencia la ley 26.160 de Emergencia Territorial, que contempla la suspensión de sentencias, actos procesales o administrativos cuyo objeto sea el desalojo o desocupación de territorios incluidos en la normativa.

El sinfín de denuncias que la tribu, formada por 4600 qom, presentó el año pasado ante organismos oficiales no prosperó, y actualmente la obra sigue desarrollándose en medio de un clima hostil entre tobas y el gobierno provincial.

Legado. Casi como una extensión de la tarea encarada por sus ancestros y por su propio marido, Amanda reúne esfuerzos para proteger a los suyos y mantener intacta la cultura; con ese objetivo intenta a diario contagiar a otras mujeres de La Primavera para agilizar la tarea.

Antes de morir, su padre le pidió que no abandonara la lucha y que se apoyara en Félix Díaz, su yerno y una de las personas más aclamadas por la comunidad. La entrega de una carpeta con documentos y folletos sobre los derechos de los tobas en la provincia coronó ese legado, que involucra también como testigos de las dificultades a sus cuatro hijos y tres nietos.

Carencias. La falta de suministro de agua potable y luz eléctrica se acentúa con el paso del tiempo y obliga actualmente a la población a vivir con lo justo. Los kilómetros que distan entre las casas y el estero complican aun más la situación, mientras la discriminación que reciben de parte de los criollos que habitan cerca del asentamiento es cosa de todos los días.

"Nosotros no tenemos aljibe, sólo bidones, y vivimos a 7 kilómetros del estero. Entre las mujeres nos turnamos para ir a buscar agua y los policías nos persiguen porque dicen que está prohibido", describe. Y enfatiza: "Hace tiempo que tenemos este problema. Los políticos prometen que van a repartir los aljibes y que no nos va faltar agua, pero al final todo termina siendo una mentira".

Audio: «No podemos vivir tranquilos», dijo Amanda Asijak, una de las líderes de la comunidad La Primavera

Pero el trato desigual se plasma, además, en los pasillos de algunos centros de salud primaria donde se los priva, según denuncia, de recibir una atención adecuada. Amanda afirma que fue víctima de este tipo de abusos y sufrió daños irreparables.

"Perdí a dos hijas por falta de atención médica. Fue muy doloroso como madre. A veces no puedo dormir o no tengo ganas de comer. Siempre pienso en mi familia y cuido a mis otros hijos para que no les pase nada", relata.

Compromiso. Frente a las limitaciones con las que convive, no concibe la idea de apartarse de la causa, aun cuando la balanza se inclina más hacia las carencias que a los logros.

Su compromiso se patentiza en sus palabras y en la educación que les brinda a sus hijos, a quienes les enseña el valor de la solidaridad y del respeto hacia el otro por la tristeza que sobreviene cuando "no se tiene a nadie que ayude".

Amanda, como otras tantas mujeres que lucharon a lo largo de la historia por estar en pie de igualdad, espera con impaciencia dejar de sufrir el abandono y la indiferencia que pesa sobre su comunidad. Ese día implicará para ella comprender otra vez el significado de la libertad.

Con sello de mujer

Varias son las versiones sobre el origen de una celebración que se ha convertido en todo un hito para el género femenino.

El hecho más conocido que evoca la conmemoración del Día Internacional de la Mujer se refiere a la jornada del 8 de marzo de 1908 en el que 129 obreras de la fábrica Cotton de Nueva York, en huelga por reclamos de descanso semanal, jornadas de ocho horas e igualdad salarial con sus compañeros varones, murieron carbonizadas en un incendio que, se cree, provocó el dueño del lugar.

Pero también en la elección de la fecha entran en juego un pronunciamiento masivo en Europa contra la guerra de 1914 y a favor del voto femenino, y una sublevación de mujeres rusas en 1917 como preludio de la revolución bolchevique.
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1239681